De Braganza a Vila Flor

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Llevamos bastante tiempo sin rutear, nuestros compañeros habituales han sido padres y claro esto nos ha mantenido en dique seco.

A la propuesta de Luis nos ponemos en marcha para hacernos un Portugal en toda regla. Tanto Santi como Luis llevaran a sus retoños, incluidas las dos pequeñas, con tan solo cuatro meses. Yo iré con Bea que se ha animado y quiere conocer nuestro país vecino.

Salimos a las 6 de la tarde y nos comemos el atasco de nuestra vida, dos horas para hacer dos kilómetros, un brutal accidente tiene colapsada la A-6 a la altura de Las Rozas. Una vez pasado el punto conflictivo todo es coser y cantar. Cenamos algo por el camino, y nos encontramos con Santi y familia en Trabazos, ultimo pueblo antes de pasar a Portugal en el Ibis de Braganza veremos a Luis lo justo para saludarnos e irnos a la cama.

Un buen desayuno y nos ponemos en marcha con el temor de pasar demasiado calor, pero aunque todo está seco y el polvo es intenso la temperatura no llegara en todo el día a superar los 28 grados, a pesar del sol de justicia que nos acompañara toda la jornada.

Algún pequeño cortafuego cae, pero lógicamente las pistas elegidas han sido muy suaves para evitar que las pequeñas del grupo no den demasiados tumbos dentro de los coches.

Llega la hora de comer y aterrizamos en la playa fluvial Fraga da Pegada un lugar casi idílico, con una pradera con sombra que hace que no solo comamos y algunos se bañen, si no que hasta hay tiempo para una buena siesta.

Un poco mas de pisteo, alguna zona algo más complicada por la espesa vegetación y llegamos a Vila Flor. Están celebrando una carrera ciclista de cierta envergadura y tienen tomado el pueblo por lo que nos cuesta dar más de una vuelta por sus estrechas callejas para encontrar nuestro alojamiento. Una vez duchados nos vamos a cenar y lo hacemos a conciencia, nos ponemos como buitres de carne y de bacalao por un precio excelente, un corto paseo y a la cama.

Desayunamos compramos el pan y algo de fruta y a por la ruta. Se nota que hoy el calor será mas fuerte y algunos tramos de las pistas están literalmente cubiertos de una fina capa de polvo como harina que hace que debamos dejar mucha distancia entre coches. Hacemos una parada técnica para tomar algo y disfrutamos, en mitad de una llanura, donde se derriten los lagartos, del toldo de Santi, una maravilla.

Tenemos al personal femenino un tanto revuelto. Sonia y Marilyn llevan toda la mañana un poco mareadas, así que buscamos un sitio para comer a la sombra, pero no hay forma de encontrar nada digno, solo al lado de un riachuelo hay una buena y fresca sombra pero…esta en mitad del camino, le damos muchas vueltas y montamos el tinglado como digo en «todo el medio». Si un coche quisiera pasar por el camino en cualquier dirección nos obligaría a desmontar el tinglado, pero es que los alrededores del lugar son un páramo hasta debajo del toldo se estaría mal. No solo comemos, algunos se refrescan en el riachuelo, las chicas se recuperan y yo me duermo una siesta como un campeón, nunca lo había hecho de ruta y la verdad sienta de maravilla.

Como Dios protege a sus criaturas por allí no aparece ningún coche que nos obligue a levantar todo el tinglado.

De nuevo en marcha con la misma tónica. Pistas en buen estado y algún pequeño cortafuegos y una velocidad muy moderada dejan poco margen a la reseña de alguna anécdota de relevancia.

El paso por los arribes del Duero es espectacular en especial los «mini transatlánticos » con su piscina incluida, que esperan a los turistas para un paseo por el río.

Por fin en Figuera do Castelo Rodrigo, una ducha urgente, pues hoy el calor no está dando respiro y bajamos a cenar. Cenamos si cabe aun mejor que ayer, con la amabilidad que caracteriza a los portugueses nos sirven de todo, en abundancia y como siempre a un precio más que contenido, damos un corto paseo y a dormir.

Hoy prácticamente es una aproximación a España, una zona de pista con grandes rocas en los lados y un firme bastante bueno que hacen que sea una conducción muy amena, Paramos en un bosquecillo y comemos tranquilamente pues tan solo nos queda llegar primero hasta Vilar Formoso para salir por Fuentes de Oñoro a Madrid.

Las niñas se han portado todas como unas campeonas, y las dos más pequeñas solo han protestado cuando tenían hambre o sueño y han estado todo el tiempo con la sonrisa en la boca. En fin, que lo hemos pasado estupendamente y que deseamos volver próximamente a nuestro querido Portugal.

La próxima tenemos que hacer una ruta por esa costa Atlántica que tanto nos gusta.

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