Trans Marruecos 2016

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Hemos quedado a las 8,30 en la gasolinera del toro, en Valdemoro, pero cometo un error en la salida correcta de la M-30 que nos retrasa media hora. Salimos de Madrid tres coches, Santi acompañado por Jorge, Adolfo con Antonio y Alberto y yo.
Repartimos los rutómetros, las pegatinas y un bonito forro polar con el logo del viaje y nos ponemos en marcha. A los pocos kilómetros al coche de Adolfo se le encienden las luces de avería motor, tras varias paradas consecutivas le quitamos la centralita que aumenta la potencia del motor y el problema queda resuelto. El coche va perfecto. Nos llueve intermitentemente y comemos por el camino de nuestras viandas, ensaladilla boquerones, queso, jamón y continuamos. Estos retrasos nos impiden tomar el ferri de las cuatro pero da igual porque a las seis tenemos otro ferri y tenemos tiempo de sobra.
Cuando embarcamos, un Citroen se incendia justo en la rampa de acceso al barco, menos mal que no ha sido dentro del barco, rápidamente sofocan las llamas, terminan de subir los coches y partimos para el continente Africano.
La travesía es muy tranquila y una vez desembarcados nos vamos a la frontera. Cambiamos dirhamn a un precio muy ventajoso y continuamos. La cola para entrar en Marruecos es de 1.700 metros hasta las garitas donde se recogen los pasaporte y tardamos una hora y media en recorrer esos metros. Los aduaneros se permiten, con esa cola brutal salir de las garitas a estirar un ratillo las piernas ¡que se fastidien los que esperan! nos dicen sus miradas arrogantes. Por fin Santi y nosotros logramos pasar, pero Adolfo no viene. Nos enteramos de que la vez anterior no le dieron la salida sellada del coche y ahora el vehículo no puede pasar, tras muchos tiras y aflojas y cien paseos todo se arregla, pero son las 11 de la noche y aun tenemos que hacer 112 kilómetros hasta Assilah, de noche lloviendo y con una niebla de tres pares de narices. Pasar el puertecillo a estas horas es un infierno. Lo que más nos calienta es que son los aduaneros los responsables de esta situación.
Por fin llegamos a Assilah y nos encontramos con Xavi de Sahara Xtrem que lleva unos cuantos coches, saludos abrazos y a cenar. Tomamos una sopa de pescado y unos calamares excelentes y a buen precio en el restaurante de la plaza.
Nos hospedaremos en el Zelis que ya conocemos de otros viajes y a dormir que el día ha sido largo.

3-12-16. Assilah – Agadir

A las 8 estamos desayunando y salimos para Agadir, 800 kilómetros del más puro aburrimiento. Compramos un poco de fruta, tomates, un buen puñado variado de aceitunas en el mercado del pueblo y una ristra de los típicos higos secos marroquís a los que Antonio es muy aficionado. Llueve durante todo el santo día sin parar; en un breve respiro que nos da la lluvia cómenos, pero ligerito porque ya cae de nuevo. Los últimos 300 km son para nota esta cayendo el diluvio universal y después una niebla bestial, que nos hace ralentizar la marcha.
Llegamos al Ibis de Agadir, en dos minutos que tardamos en sacar las maletas del coche nos empapamos por completo ¡ qué forma de caer agua!, como si no hubiese un mañana…
Cuando nos estamos registrando en el hotel nos piden los pasaportes y Antonio descubre que o lo ha perdido o se lo ha dejado en el hotel de Assilah, Santi llama al hotel y efectivamente esta allí pero no tienen forma de hacérnoslo llegar por algún tipo de mensajero, inexistente salvo en las grandes ciudades y además no se fían pues un pasaporte es un articulo muy codiciado en esas latitudes. No tendrá mas remedio que viajar con una fotocopia que prudentemente lleva consigo y a la vuelta lo recogerá en Assilah.
Una ducha caliente y a cenar donde otras veces. Sabemos que preparan muy bien el tajin de kefta y un pan tradicional a la arena, todos pedimos lo mismo y cuando viene la cena ni pan tradicional, ni kefta, ni nada de nada, aquello no hay quien se lo coma, la carne está seca como la mojama y no sabe a nada, por no llevar no lleva ni un poco de sal y el pan es el vulgar y corriente de todos los días, una, comemos lo que podemos y se lo decimos al camarero pero le importa un bledo nuestra queja, ultima vez que comemos en este sitio.
Consultamos el tiempo en Internet y la previsión es que toda la mañana y parte de la tarde lloverá, no deja de ser un fastidio pues mañana empezamos campo.
Ya veremos cómo se desarrolla el día por que además tenemos que acampar y queremos hacer una barbacoa.

4-12-16. Agadir – Guelmin

Desayunamos y al tajo. Un poco de carretera y a la playa. Para ello atravesamos un buen cordón de dunas que disfrutamos plenamente y una vez superadas entramos en la cercanía de la playa, para pasar apenas sin transición a los acantilados, que son espectaculares. Continuamos con 100 kilómetros de pista en buenas condiciones aunque más parece que estemos en Cuenca o en Guadalajara en época de lluvias que en el desierto, barro en abundancia y charcos que parecen vadeos. En la mente la imagen de como estará el Draa que debemos cruzar mañana con tanta lluvia, pero continuamos, que no se debe poner la carreta delante de los caballos. Escampa un ratillo que nos deja comer apresuradamente. Los bordes de la pista son verdaderos patatales y conducimos con tiento, salirse a esos barrizales puede significar un buen rato de esfuerzo para rescatar el coche. Empieza a atardecer y no llegamos ni de broma al punto 50 establecido como idóneo para terminar la ruta, avanzamos un poco mas intentando aprovechar al máximo la luz, aunque sea a costa de montar el campamento de noche, conseguimos llegar al punto 37 y nos damos por satisfechos. Encontramos unas rocas enormes con arena en la base, ideales para acampar, que nos pueden dar refugio y para nuestra fortuna deja de llover. Sorprendentemente la arena esta húmeda pero no encharcada lo que nos permite montar el tinglado, incluso Jorge nos prepara un buen fuego con leña de encina que ha traído, también preparamos la barbacoa y nos ponemos como el Kiko de panceta y demás porquerías de nuestros amigos los cerdos. Antonio y Adolfo nos ofrecen un buen vino con que regar tanta grasa en estado puro.
Charlamos un buen rato al amor del fuego y bajo un cielo que ha quedado despejado con un millón de estrellas, casi no podemos creer haber tenido tanta suerte, estar aquí en este momento y sin lluvia es un privilegio.
Ya tenemos una de las frases del viaje (gracias a Alberto) de ahora en adelante cuando queramos medir o pesar algo siempre añadiremos ,02 para darle mas precisión a la medición o pesaje que sea, un ejemplo claro es el peso de nuestro coche 1.900,02 kilos.
Alberto estrena su nuevo dormitorio dentro del coche y me rio un buen rato viéndole retorcerse para encontrar postura en tan reducido habitáculo.
Curiosamente no llevamos ni media hora de sueño cuando nos despierta un aguacero que a intervalos durará prácticamente toda la noche, parece que la suerte es nuestra aliada.

5-12-16. Guelmin – Draa – Icht

Amanecemos con las tiendas chorreando agua, pero un tímido sol está saliendo por el horizonte, parece que hoy disfrutaremos de un buen día de sol, que la verdad ya tenemos ganas.
Una vez desayunados y recogidos nuestros enseres partimos en busca del paso del Draa. Cuando llegamos a las inmediaciones del punto 50 que hubiese sido nuestro destino del día anterior vemos que hicimos muy bien anoche en elegir el sitio donde acampamos, pues por estos lares solo hay piedras y más piedras. Es una especie de trialera que corre casi paralela al Draa y que no tiene fin, ni es muy empinada ni muy técnica, pero si es muy pesada. En una de la paradas nos sale un lugareño que nos indica que por ahí no se va a ninguna parte que hay piedras como serruchos y que reventaremos alguna rueda, lógicamente no le hacemos caso (faltaría más) y tras darle alguna cosilla continuamos por aquel pedregal lleno de lajas que efectivamente y como decía el buen hombre tienen ganas de amargarnos la mañana.
Ya estamos circulando bordeando el gran rio y lleva agua de narices, como no encontremos un paso relativamente cómodo para vadearlo será tarea complicada. Por fin llegamos al lugar marcado por donde deberíamos poder cruzar, pero la naturaleza es muy poderosa y nos dice que por aquí no se pasa. Primero habría que atravesar una poza de dudosa profundidad con piso de fango y aflorando en algunos casos las famosas piedras como serruchos, pasada la poza nos espera el Draa que tiene la verdad un aspecto poco amigable, tal como nos anunciaba nuestro buen amigo el aborigen. Santi propone meterse en el agua a tantear con un palo pero el resto le convencemos de que no lo haga y se resigna a no cumplir uno de los objetivos del viaje.
Lo intentamos por un par de sitios más, pero el Draa se sale con la suya y por esa zona no se pasa. Este contratiempo nos obligará a dar un rodeo brutal.
Paramos a comer en un palmeral y retomamos el camino, que es una autentica tortura para los coches y para las personas (nunca antes habíamos hecho tantos kilómetros de pistas tan rotas como estas) por fin retomamos los puntos, ya es casi de noche y la nocturna está servida, nos quedan 100 kilómetros de pista algo mas cómoda y en algunos casos hamadas de de arena, que hacen que levantemos una polvareda de cuidado y que te obliga a pararte hasta que el polvo se deposita de nuevo en el suelo. Circulamos por una pista marcada por balizas del Dakar aunque entre que es noche cerrada y el polvo que levantan los coches no se ve un carajo, a pesar de que llevamos toda la luz de que disponemos. Ya llegamos a carretera, solo nos quedan otros 138 kilómetros de ir por lo negro.
¡¡¡Dios que largo se me está haciendo!!!
El día ha sido una salvajada de kilómetros y duros, muy duros de verdad, llegamos al albergue pasadas las 11 de la noche como zombis, cenamos un cous cous y a la cama que hay que recuperarse como sea.
Personalmente he dormido como solo una persona muerta de cansancio puede hacerlo …como un tronco, solo me despierto una vez a causa de mis propios ronquidos.

6-12-16. Icht – Iriki

Desayunamos y a por la ruta de hoy en la que trataremos de llegar a las inmediaciones del Iriki por pistas inéditas para nosotros, y cuando se ponga el sol acamparemos. Son en general pistas en buen estado, con algún oued seco que hay que cruzar o circular por el durante un corto trecho, nada que ver con la tortura de ayer.
Una mujer se dirige a nosotros con sus hijos, el chico tiene una pequeña brecha en la cabeza que curamos, la niña tiene un orzuelo brutal que la cierra el ojo casi por completo pero desgraciadamente no llevamos nada para aliviarla nos vamos de allí con muy mal sabor de boca por no poder ayudar y con el firme propósito de ampliar el botiquín en el futuro.
Navegamos entre esas extrañas y caprichosas formaciones que tantas veces hemos visto desde la carretera y que pensábamos no se podría circular por su interior, es un pequeño laberinto muy curioso de navegar, un paisaje lunar nuevo para nosotros. Una parada larga en el oasis de de Tissint para comer con tranquilidad solo alterada por los sonidos y las risas de las mujeres lavando en el rio próximo.
El resto de jornada discurre por pistas rápidas y hamadas y cuando empieza a atardecer buscamos un sitio para acampar . Montamos el tinglado y preparamos un buen fuego. Preparamos unas sopas de ajo y una parrillada de costillas adobadas y chorizo criollo regado con un buen vino y nos ponemos hasta arriba.
La noche es perfecta y los que entienden del firmamento intentan trasmitirnos sus conocimientos sobre las estrellas, desde luego en mi caso no lo consiguen, pues no consigo ver ni a Casiopea ni a Sirio ni nada de lo que dicen que debería ver. Se esta de cine con una temperatura sobre los 14 º al amor de la lumbre, esto es lo más cercano a la felicidad absoluta.
Nos vamos a la cama en medio de un silencio que solo se encuentra en el desierto, y que casi hace daño en los oídos.

7-12-16. Iriki – Erg Chegaga – Mhamid

Recogemos nuestras cosas, desayunamos y directos al Iriki. Hemos preguntado en el control militar si tiene mucho barro debido a las lluvias caídas y para nuestra sorpresa nos dicen que está perfecto. Bordeamos la montaña con forma de muela donde en alguna ocasión, en su base, hemos acampado y la vemos desde otra perspectiva y la verdad es muy curiosa. Atravesamos el Iriki en un abrir y cerrar de ojos con la típica foto en el medio y ya entramos en «territorio hostil» las dunas de Chegaga. Bajamos presiones y empieza el baile en busca de la gran duna Lhabidia de 550 metros de altura. Qué puñeteras son estas dunas, pero qué divertido cuando les vas tomando el pulso. Todos probamos el tirón del winche o de la eslinga pero el ritmo es francamente bueno. Estamos llegando sin incidencias a la gran dura y vemos que dos coches están bajando de ella y rápido pensamos en Xavi de Sahara Xtrem y cuando llegamos a la base efectivamente esta allí con su grupo, solo él y otro avezado piloto han logrado colar la cresta, nosotros nos conformamos con hacer tres cuartos de la duna hasta donde las inclinaciones laterales recomiendan prudencia.
Les saludamos y proseguimos camino, con ese balanceo característico tan parecido al de los barcos atravesando las olas. Ya tenemos encarada la salida del erg, nos quedan cuatro dunas por delante cuando Adolfo nos dice que tiene problemas. Ha saltado una duna con un pequeño escalón de un metro de altura con tan mala fortuna que ha volado unos metros y en su aterrizaje ha roto algo que no para de soltar liquido. Sacamos el coche de aquel estrecho lugar y nos bajamos a una profunda hoya donde tranquilamente podremos ver la magnitud del problema.
Es el radiador que con el golpe se ha rajado unos cuatro centímetros y el agua sale por ahí a chorros. Jorge propone quitar el radiador y tratar de pegarlo con epoxi. Se pone manos a la obra desmontándolo, todo, mientras Santi llama a los talleres conocidos de Zagora para encontrar un recambio. Tienen el radiador (de segunda mano) y nos lo llevaran a Mhamid de modo que la reparación que hagamos debe durar por lo menos unos 60 kilómetros que nos separan de la civilización.
El radiador está pegado y reforzado con una brida metálica, pero el epoxi es de fraguado lento y tenemos tiempo de comer algo e incluso dar una cabezada mientras seca. Cuando más o menos está listo y tratamos de meter el radiador en su alojamiento; en principio no entra por la brida metálica que le hemos puesto, pero estirando de aquí y dando un golpecito allá logramos que encaje, llenamos de agua y parece que no pierde. Ahora queda otra maniobra y es la de sacar los tres coches de la profunda hoya en la que estamos, ya era difícil de día y ahora que ya es de noche y los contornos se difuminan o se pierden hacen que la cosa se complique.
Subimos nosotros en primer lugar y me cuesta tres intentos pero lo consigo, luego lo intenta Adolfo pero el coche no puede, no tiene fuerza, lo deja muy cerca de la cresta y nosotros hacemos lo propio por el otro lado de la hoya hasta encararnos y le damos una wincheada, nuestros compañeros ponen una pala en la cresta para que el cable apoye en ella y no corte la duna, nos cuesta lo nuestro y cuando vemos aparecer el morro del coche por encima de nuestras cabezas no podemos evitar pensar que si por cualquier circunstancia (cosa difícil) el coche se va para abajo nos encontrara a nosotros en su camino. Afortunadamente todo sale a pedir de boca. Santi también tiene que hacer unos cuantos intentos antes de coronar pero todos estamos libres. Hacemos las pocas dunas que nos quedan y salimos a pista. Unos marroquíes que han estado viendo toda la movida nos ofrecen rellenar en sys haymas los bidones de agua gastados en el radiador. Les acompañamos y tienen montado un chiringuito para dar paseos a los turistas por las dunas, nos dan el agua y ponen un poco de colorante en el radiador del que usan para hace el tajin que según ellos tapa los posibles poros que pueda tener, por nuestra parte les damos una botella de vino y un par de cervezas que les dejan tan contentos.
Ya por pista el coche de Adolfo no pierde ni una gota de agua, aunque empieza a dar tirones, (de aquí la falta de fuerza para subir la hoya) la verdad es que este coche no da un respiro a nadie.
Llegamos a Mahamid y allí esta el mecánico que pretende cobrar 700 euros por un radiador de segunda mano cuando uno nuevo no llega a los 300, de manera que como nuestra reparación funciona al 100% le pagamos por las molestias, no sin discutir el precio (es la primera vez que veo a Santi dar voces) y nos marchamos al Riad donde nos hospedaremos: Ma bonne etoil., Tienen que salir a buscarnos porque aquello esta difícil de encontrar, pero el lugar es limpio, tranquilo y acogedor. Mientras cenamos (por cierto estupendamente) Adolfo nos comenta que hará el resto del viaje por carretera, mañana irá a Zagora para ver si puede arreglar lo de los tirones y ver si pueden cambiarle el radiador.
Nos vamos a dormir pues como todos los días este también ha tenido sus cosas y no precisamente buenas.

8-12-16- Mhamid – Rissani – Merzouga

Madrugamos porque las horas de luz marcan la diferencia en invierno. Haremos una parte por la pista prohibida que tan bien conocemos y otra parte, hacia el final de la etapa por pistas inéditas hasta llegar a Merzouga. Nos despedimos de Adolfo y partimos. Hacemos unos 30 kilómetros para encontrarnos con un cartel nuevecito que nos prohíbe el paso por ser zona militar.
Damos media vuelta y vemos una alternativa para enganchar la pista mas al sur, pero cuando llegamos a esa zona también hay un cartel militar, igual de nuevo que el anterior prohibiendo el paso. Estamos relativamente cerca de la frontera con Argelia y se ve que los militares no quieren saber nada de nadie por estos lares.
Para la siguiente alternativa hay que pasar por Zagora y allí nos vamos. Aprovechamos para ver a nuestros amigos que están en el garaje de El gordito y así nos enteramos de que un filtro sucio de gasoil y agua en el combustible son los responsables de los tirones, y ya lo están reparando. El radiador no lo tienen, pero es que además nuestra reparación sigue funcionando sin ni siquiera una gota de agua perdida por lo que han decido cambiarlo ya en España.
Nos despedimos de nuevo y encaramos la pista que sale de Zagora para reencontrarnos con nuestros puntos más adelante. Circulamos por pistas muy rápidas a buen ritmo, aun así un grupo de cuatro coches nos da «un lijado» que se nos caen las pegatinas de las puertas. Abandonamos la hamada y nos internamos en una zona que atraviesa un oued con una especie de fes fes que hace que al final Jorge se quede, un tirón de eslinga y listo.
La pista se va estrechando y entre rocas da acceso a un valle que ofrece una vista magnifica, el valle está plagado de hierba de camello que deberemos sortear tratando de encontrar el camino o alguna rodera que pase por los puntos, es muy entretenido. Hemos llegado a Merzouga, nos hospedaremos en otro Riad en esta ocasión el Aicha también muy limpio. Al poco de llegar llegan también Antonio y Adolfo y nos cuentan que ahora el coche ya no da tirones y el radiador sigue sin perder ni una gota de agua. Hoy nos hemos despachado 400 kilómetros entre campo y carretera.
Charlamos por teléfono con nuestras familias y vemos las fotos y algún video de lo que llevamos hecho del viaje mientras nos preparan una abundante y sabrosa cena de la que damos buena cuenta.
El dueño del Riad nos cuenta que ha habido un accidente mortal de uno de los coches que iban con el grupo de Plaza, parece que la nueva carretera que han hecho es muy peligrosa, nos enseña alguna foto y es imposible saber de qué coche se trata, pues está destrozado por completo.

9-12-16. Erg Chebbi – Carcel Portuguesa – Minas de M’Fis

Tras desayunar copiosamente dejamos los bártulos en el hotel y salimos para intentar hacer los dos erg, los coches así llevaran algo menos de peso, lo que facilitara la progresión en las dunas.
Charlamos un rato con un Ceutí que está en el mismo hotel. Tiene un Rubicon largo con una pinta estupenda, sobrio, pero con pinta de llevar todo lo bueno por dentro como el mismo nos confirma.
Nuestro primer paso es visitar la cárcel Portuguesa que la mitad del grupo no conoce y allí vamos, disfrutamos de las buenas vistas que se contemplan desde su cima. Tenemos la oportunidad de conocer al «hombre pájaro» un buen hombre al que no se le entiende una papa de lo que dice y que lleva una foto con pájaros, al final le hacemos una foto «en pleno vuelo», le damos una propinilla y todos felices. De allí al pueblo negro de Khamlia: son descendientes de los esclavos traídos de Mali, Sudan y Senegal la mayor parte de ellos de la tribu Bambara. Ejecutan una música a base de una especie de laúd (guembri), sus castañuelas metálicas (qraqeb) y tambores.
Esa música dicen que es curativa y efectivamente así es, puedo jurarlo, después de escuchar tres temas seguidos (que parecen siempre el mismo) en aquella habitación de reducidas dimensiones hace que cuando salimos a la calle sintamos un enorme alivio y la enorme y placentera sensación de… ¡estamos curados! o por lo menos mejor que antes…
Otra despedida de Adolfo y Antonio que continuaran por carretera, hasta encontrarnos con ellos ya en Ceuta. Nosotros acometeremos primero el mini erg que está un poco al sur del Chebby, bajamos presiones y atacamos las primeras dunas, rápidamente nos damos cuenta de que lo estamos haciendo mal, estamos encarando las dunas a contra pelo, son muy picudas y tienen mala leche. En una de ellas Alberto y yo nos chorreamos en una hoya y nos quedamos con una inclinación lateral bastante fea que hace necesario el uso de los dos winches para garantizar que no volcaremos en la maniobra de rescate, a la primera la maniobra funciona. No estamos nada cómodos, por lo que decidimos abandonar este mini erg y ver en el futuro como se puede encarar, aunque estamos seguros de que hay que negociarlo justo al revés, queda en la carpeta de «pendientes» para el próximo viaje.
Ya estamos en Chebby y empezamos a cortarlo en diagonal de noroeste a sureste, que gozada, la arena está muy buena en muchos sitios pero en otros es harina y obliga a exprimir los motores, la verdad es que también es un poco tarde y algo influye la temperatura de la arena, pero no importa, estamos disfrutando mucho y el tiempo corre que vuela jugando con la arena. Llegamos al oasis de Oubira al pie de la gran duna y comemos caliente. Salimos poco a poco del erg que hemos dividido en dos con una diagonal casi perfecta y nos encaminamos por el rio de arena al pueblo minero abandonado de Mfis. Estas minas eran usadas por los franceses como campos de trabajo, extraían plomo, zinc y el popular kohl: polvo molido de la galena que se utilizaba como maquillaje para los ojos.
Estamos más que satisfechos con la jornada y nos vamos a Risani a comprar cuatro tonterías de recuerdo. Encontramos una tienda que solo tiene una bombilla y el propietario quita la que da luz a la calle para que ilumine el interior de la tienda, aun así debemos ver sus artículos ayudándonos de nuestras linternas. Eso si, los precios son francamente económicos. De nuevo en nuestro Riad Aicha nos espera la sorpresa de que no nos podemos duchar, pues el agua está cortada en media ciudad.
Disfrutamos de una buena cena y a dormir que mañana empieza lo más pesado del viaje, la vuelta.

10-12-16. Merzouga – Algeciras

Madrugón letal y en marcha a Ceuta. Tremendamente largo el viaje, se hace muy muy largo lo hagas como lo hagas.
En Meknes comemos una kefta a la parrilla y unas chuletas de cordero muy buenas con sus papas y sus aceitunas con harissa y nos ponemos bien del todo. Tenemos claro que el ferri de las 8,30 no lo cogemos ni en broma de modo que vamos tranquilos y a velocidades legales.
En la frontera el caos habitual multiplicado por dos, la cola inhumana, brutal, de más de un kilómetros, pero este día los señores agentes deben tener orden de ser «gente normal» y trabajar con orden y concierto relativos y en veinte minutos pasamos, lo que demuestra que los caos con que nos obsequian estos indolentes son porque les da la real gana y nada más.
Nos encontramos una vez más con Adolfo y Antonio en la cola del ferri donde cenamos algo de lo nuestro mientras hacemos tiempo, hablamos con la familia y por fin embarcamos, la travesía muy cómoda y al Reina Cristina donde nos alojaremos. Este hotel esta pasado de vueltas y si continua a esos precios no volveremos: 59 euros por alojamiento y desayuno nos parece muy caro, cuando hoteles de su entorno y de la misma categoría están mínimo 10 euros por debajo, otro punto a revisar en próximos viaje.

11-12-16- Algeciras – Madrid

El bufet libre del desayuno como siempre muy bien aunque coincidimos con un grupo del Inserso y tenemos que abrirnos paso a codazos en busca del huevo frito o de la tira de bacón. Esta gente come como si no hubiese un mañana (segunda frase del viaje): un plato de los que llevan en la mano llenos de bollería fina seguro que en sus casas no se lo comen en una semana.
Cuando ya están saciados (como son muy mayores se cansan enseguida) es el momento de atacar las viandas, desayunamos como príncipes y nos ponemos en camino. Una paradiña para un aperitivo y poner gasoil cambiar de conductor y continuamos. Por las emisores hacemos un balance del viaje para comprobar que todos estamos muy satisfechos con los resultados, hemos atravesado Chegaga y Chebby, solo un borrón: el paso del Draa y por si fuera poco este año el viaje ha salido más barato de lo habitual, supongo que las tres noche de Riads y el gasoil algo más barato que el año pasado en Marruecos tienen algo que ver con esto.
Llegamos a Madrid a bueno hora como para dar buena cuenta de una pizza a la que nos invitan Santi y Jorge. Nos despedimos de nuestros compañeros de viaje hasta la próxima, que esperamos sea en breve.
Insalah.

Gregorio (www.escuderos4x4.com)

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