Sierras de Cazorla y Segura

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A las 8.30 de la tarde del jueves estamos saliendo Santiago y yo, cada uno en su coche, queremos dormir en Úbeda, porque la otra opción (que no nos apetece nada) es levantarnos a 5 de la madrugada y hacernos 350 kilómetros, que es lo que harán nuestros compañeros de viaje, hasta el punto de salida situado en las inmediaciones de Cazorla.

El viaje es cómodo y rápido. Llegados a Úbeda el problema es circular por sus estrechas calles en busca de un aparcamiento casi imposible, las esquinas de las calles están decoradas con la pintura de los coches de otros incautos que han pasado por allí. Al final Santi «acaricia» uno de sus retrovisores y tras unas cuantas vueltas logramos dejar los coches más o menos bien aparcados, cenamos algo en la habitación del hotel (todo está cerrado en la ciudad) y a dormir.

Salimos temprano después de un buen desayuno. Ya de día se puede apreciar la belleza de esta ciudad con sus edificios renacentistas magníficamente conservados. Un poco mas de carretera y nos reunimos con el resto de la gente tal como estaba previsto a las afueras de Cazorla ya en plena pista y en plena sierra. Tras los saludos de rigor empezamos nuestra andadura por una pista en magnifico estado que permite rodar cómodamente.

Nuestra primera parada es para conocer el nacimiento del río Guadalquivir, que no es más que un pequeño hilillo de agua entre rocas, parece mentira que luego recorra 657 kilómetros hasta su desembocadura en el océano Atlántico, siendo incluso navegable en su último tramo. Una paradita para tomar un aperitivo, jugar un rato con Roco, el perro de Isma que es incansable recuperando los palos o las piedras que le lances.

Continuamos ruta siguiendo más o menos el curso del río y en un espacio abierto Santi nos enseña su nuevo juguete. Se trata de un dron al que una vez puestas la hélices y su correspondiente batería se eleva sobre nuestras cabeza mientras nos filma, tras unos minutos de vuelo, le da a la tecla de volver a casa y el solito hace suavemente la maniobra de aterrizaje en el mismo lugar de donde había despegado minutos antes, es una pasada de artilugio.

Como suele ocurrir en estas sierras subes a la cima de una montaña para a continuación bajarla, por la otra cara, en una sucesión de toboganes sin fin, la pista sigue siendo buena, con algunas pequeñas zanjas o roderas nada que no impida rodar a buen ritmo, aunque en algunas zonas hay poner reductoras pues las cuestas se empinan de lo lindo. Las vistas de la sierra son espectaculares y el día esta siendo soleado y con una temperatura muy agradable a pesar de que nos hemos movido sobre los 1400 y 1800 metros de altitud. Comemos al sol y la verdad es que se agradece, a la sombra hace fresco.

Llegamos a La Toba, caminamos por un estrecho sendero hasta una zona en la que prácticamente el agua sale de entre las rocas, para desembocar en el río Segura, unas fotos y nos vamos hasta el embalse de Anchuricas, sus aguas verde turquesa son un regalo para la vista.

Comienza a caer la tarde y nos ponemos a buscar un sitio para pasar la noche. Cerca del río encontramos una explanada perfecta.

Montamos los bártulos de dormir y tomando todas la precauciones preparamos la barbacoa. Mientras el carbón termina de hacer las ascuas vemos el video que ha grabado el dron de Santi y es de una calidad extraordinaria. Cenamos a base de bien, cinta de lomo ibérico adobado y otras «cochinadas» que regamos con vinitos varios de Rioja, incluido el pitarra de Esteban, de elaboración casera.

Hacemos un largo rato de cháchara, pero los que han salido de Madrid a las 5 de la mañana lógicamente están rendidos y nos vamos a dormir, yo dormiré como últimamente vengo haciendo en el coche, le he cogido el gusto y duermo de maravilla y además te ahorras el llevar la tienda y su montaje y desmontaje.

Una vez recogido el campamento, desayunamos y en marcha. La pista que estamos siguiendo no está muy marcada, lo que nos hace pensar que no se utiliza desde hace mucho tiempo. A los pocos kilómetros un árbol caído nos cierra el paso, solo hay que cortar una de sus ramas secas Esteban se encarga del asunto y en unos minutos pasamos, pero a los pocos metros hay varios árboles y esta vez el paso es imposible, de modo que volvemos sobre nuestros pasos, retomaremos los puntos un poco más adelante no sin hacer un buen puñado de kilómetros adicionales. La sierra sigue ofreciéndonos unas vistas espectaculares.

Una parada para un aperitivo y de nuevo en una era abandonada un vuelo del dron nos ameniza el rato, pues Roco el perro de Isma salta intentando capturarlo en pleno vuelo, afortunadamente sin éxito para ambos. La pista continua sin problemas dignos de mención y tras una parada para comer llegamos a Letur, (conocido por la perla del Segura) ya en la provincia de Albacete donde intentaremos comprar pan.

Están en fiestas y todo está cerrado pero a Berrendo le venden un par de hogazas de un excelente pan en un bar. El pueblo es precioso, el agua en forma de cascadas y pequeñas lagunas está presente en sus calles y la vista que se disfruta desde el mirador es magnífica. No es de extrañar, por su difícil enclave que a los cristianos les costase reconquistar esta población a los musulmanes allá por el 1243.

Abandonamos el pueblo para visitar una cascada que dista unos pocos kilómetros del pueblo de Letur. Aparcamos los coches y nos damos un largo paseo hasta la cascada, no es muy grande pero el sonido del agua siempre es relajante, Roco aprovecha para darse un chapuzón en la pequeña laguna que se forma al pie de la cascada.

Esta atardeciendo y tenemos que buscar un sitio para dormir, encontramos una zona que a todos nos parece bien, pero no hemos terminado de parar los motores de los coches y aparece la guardia civil.

Nos preguntan amablemente por nuestras intenciones recordándonos que solo podemos vivaquear pero no montar tiendas. Charlamos un rato con ellos cordialmente y abandonamos la idea de acampar y nos vamos a buscar un camping, hay uno abierto muy cerca del nacimiento del río Mundo y allá que nos vamos.

Por supuesto llegamos de noche por todo el mundo al camping, ya tenemos todos nuestra parcela contratada cuando a Isma le dicen que no admiten perros de las características de Roco, nos quedamos a cuadros. Nos largamos todos de allí con viento fresco y buscamos un lugar en el campo donde pasar la noche, tras unos pocos kilómetros encontramos un lugar idóneo y cenamos un revuelto de ajetes y unos huevos con tomate que quitan el sentido, siempre se ha dicho y es verdad que los duelos con pan son menos.

Una larga sesión de anécdotas después de la cena y al sobre, que mañana hay mas pista y hay que hacer casi 250 kilómetros para volver a casa

Desayuno y pista en esta ocasión algo más descarnada que la de los días anteriores pero igualmente muy cómoda y discurriendo sobre frondosos pinares.

A Luis se ha metido una piedra en los frenos y lleva un ruido que le está poniendo de los nervios de modo que en cuanto encuentra un lugar adecuado desmonta la rueda, elimina la piedra y por supuesto el enojoso ruido, se nos va un buen rato y además esta chispeando.

Nuestra última visita es para la laguna del Arquillo es bastante grande, no hay patos pero sorprendentemente hay unas tortugas respetables, comemos tranquilamente en sus alrededores y damos por concluida nuestra salida de este fin de semana.

Hemos hecho 387 kilómetros la mayoría por pistas en buen estado y rodeados de naturaleza con mayúsculas.

Gracias a Isma y a Luisen que se han pegado una currada muy importante, porque son muchos kilómetros y siempre tenían una opción B para cualquier problema durante el recorrido y al resto de los compañero incluido Esteban a pesar de que hemos tenido que contarle dos veces los chistes y aun así no terminaba de encontrarles la gracia.

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