Miniexploradores 2015

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Un año más en marcha hacia tierras marroquís. La novedad es que los hijos pequeños de nuestros amigos nos acompañarán. Seremos tres coches: Santiago y su mujer Marilyn con su hija Sofía de tres años. Luis y Sonia con sus peques Thais y Sofía de cuatro y cinco años y yo que tengo la suerte de contar con la compañía de mi hija Beatriz que con sus venticinco tacos supera con creces la «media infantil».

Repartimos los libros de ruta y pegatinas del evento, unas fotos en la gasolinera del toro, carretera y manta y a tomar el ferri. Hacemos una parada para degustar un poco de la ensaladilla y de la empanada que hemos preparado, que ya son dos clásicos en estos viajes, han faltado los boquerones en vinagre pero es que no encontré el producto adecuado en la pescadería. Tomamos el ferri y tras una placida travesía llegamos a Ceuta. Cambiamos euros por dírham. En la Caixa nos los cambiaban a 8,70 aquí a 10,40 la diferencia es considerable. Hay bastante gente en la aduana, y a pesar de la pachorra de los aduanero la pasamos en media hora. Tomamos carretera y llegamos a Asilah, una ducha y nos vamos a cenar unos pescaditos en Casa Garcia, tan buenos como siempre, el Gallo Pedro en particular estaba de 10.

Assilah – Agadir

Poner en marcha a los mini exploradores no es tarea fácil, saben que les espera otro largo día de coche y se hacen los remolones, pero logramos meterlos en los coches y partir hacia Agadir.

Son 750 kilómetros de autopista cansina como ella sola, no hay forma de que pasen los kilómetros y gracias que no hay que circular por las siempre peligrosas carreteras marroquís. Breves paradas técnicas o para poner gasoil, que ya ronda el euro, de continuar subiendo el precio a este ritmo se pondrá a nivel español. Nos hospedaremos en un Ibis de las afueras, así no entraremos en la ciudad, que siempre es un poco lioso, cenamos en un bareto justo detrás del hotel que nos recomienda el conserje del Ibis. Un tajin de kefta muy bueno con pan recién horneado y una ensalada marrocain y nos vamos a cama.

Agadir – Aoreora

Salimos tarde, porque poner en marcha a los pequeños está claro que será complicado durante todo el viaje. Tenemos por delante 200 kilómetros de carretera y 100 de pista. Antes de empezar ya llevamos un retraso de un par de horas.

Nuestra primera visita campera es para la playa de Legzira, la marea está subiendo, aun así nos daría perfectamente tiempo para bajar y hacernos la foto de rigor bajo los arcos, pero hay cantidad de gente paseando, jugando al futbol o haciendo parapente, en la playa, por lo que los 4×4 no son bienvenidos para el tipo que maneja el cotarro y que todo su afán es cobrarnos por aparcar, otro año que nos quedamos sin foto debajo de sus arcos.

El problema es que en llegar a Playa Blanca tardaremos por lo menos una hora y media es decir cuando la marea este en su fase más alta, lo que evidentemente no nos permitirá circular por ella.

Efectivamente, aunque llevamos relojes que nos marcan la altura de la marea y que nos dicen que esta alta, preguntamos a los pescadores de la zona, que seguro saben más que cualquier reloj lo que ocurre en esa playa. Nos confirman que está arriba del todo.

Aquí empieza lo duro, son apenas 30 kilómetros de playa, pero no es lo mismo circular a más de 100 kilómetros por hora por la suave arena de Playa Blanca que hacer la pista que corre paralela a esta, además da un rodeo y al final son casi quince kilómetros más de recorrido a paso de tortuga. Es una tortura, casi una trialera en llano, la pista está totalmente rota y nos obliga a circular a no más de 10 kilómetros por hora. En uno de esos brutales vaivenes la mesa separadora que llevo en el interior del coche parte los tornillos de las patas y amenaza con sus bamboleos romper una ventanilla del coche, la recoloco como puedo, paso los bultos más pesados a la parte inferior del maletero y con cuatro cinchas tensadas a muerte logro estabilizarla.

Santi recoge algo de leña para la hoguera de esta noche, que luego agradeceremos pues aunque no hace frio se está de lujo al amor de la lumbre.

Nuestra intención hoy era acampar en la desembocadura del Draa, pero acabamos de llagar al Aoreora y ya está anocheciendo. La arena del río está demasiado húmeda como para plantar las tiendas y nos buscamos un resguardo a medio camino entre el lecho del río y los cuarteles que están en la parte superior del acantilado.

Preparamos una barbacoa que sin duda es lo mejor del día. Nos ponemos bien, bien bien, de producto ibérico y de rioja de buena añada. Un rato de conversación y a la cama.

Aoreora – Fam el Hisn

Hemos dormido como lirones después del zarandeo al que nos sometió ayer la pista. Amanece un día brumoso, feo y gris, las tiendas esta chorreando agua, y así hay que recogerlas.

Todos los kilómetros que no hicimos ayer hay que hacerlos hoy. Más de treinta kilómetros de pista bastante rota, con algunos trozos de arena, que nuestra espalda agradece. Por fin estamos en la desembocadura del Draa, aunque el día no está siendo soleado, en algunos momentos incluso ha llovido, el espectáculo es imponente, unas fotos un poco de charla con unos oriundos que llegan en un Defe y a la pista que ahora se hace más llevadera. Atravesamos los valles del anti atlas, con unos paisajes magníficos. Vadeamos el Draa con agua a media rueda y pasamos por delante del Ksar Tafnidilt y de la carcel en ruinas que está enfrente. Una rápida comida debajo del toldo, pues el día se ha despejado, cae un sol de justicia y no hay ni una triste acacia donde refugiarse. Continuamos a veces por zonas llenas de barro seco y agrietado. Este año ha debido llover cantidad en Marruecos.

Avanzamos pero no al ritmo necesario. Al final optamos por el plan B es decir hacer por carretera los últimos ciento veinte kilómetros o llegaremos al albergue ni se sabe cuándo. Llegamos molidos y tarde, pero el francés que lleva el Albergue Borj Biramane en la población de Fam El Hisn es tipo muy agradable. No nos mete prisa para cenar, de modo que podemos darnos una larga ducha y luego en la cena degustar una harira excelente y un tajin de cordero de lo mejorcito que he probado en Marruecos, es cocina marroquí pero con ese punto suave y no tan especiado de la cocina francesa, el sitio limpio y aseado es absolutamente recomendable.

Fam el Hisn – Erg Chgaga

De nuevo una etapa ambiciosa, en la que tras un enlace por carretera recorreremos las pistas del Dakar. Pasamos Tata y rápidamente a Mrimina. Cruzamos el Irikí que está lleno de esa pequeñas flores azuladas y rojizas que a veces lo cubren. Bea puede ver su primer espejismo no solo ve agua ve incluso barcos ¡que imaginación! y nos vamos a las dunas .

Bajamos la presión a un kilo y a por ellas. Primera duna primera enganchada de Luis, segunda duna segunda enganchada de Luis y así hasta cinco o seis veces prácticamente consecutivas. No sabemos si es que le falta algo de decisión o si el coche no tienen fuerza pero este se entierra una y otra vez. Estamos reventados de palear, poner y quitar eslingas, etc. etc. y empezamos a ponernos un poco nerviosos, pues no es normal, «el patrolo» siempre ha pasado por los mismos sitios que los Toy sin despeinarse. Como de costumbre y sin faltar a la tradición un lugareño aparece de la nada para echarnos una, dos, o las manos que sean necesarias. Un par de cigarrillos y un encendedor le hacen feliz.

De repente se me ocurre una tontería y me bajo del coche con mi manómetro en la mano, elijo una rueda al azar la mido y me acuerdo de todos los muertos de la humanidad «CASI DOS KILOS» marca el manómetro, por eso no va el coche. Luis me jura que ha puesto las ruedas en un kilo y cuando lo mide con su manómetro resulta que esta estropeado y marca mal, casi un kilo de diferencia. Ponemos las ruedas a la presión adecuada y el coche va por las dunas de lujo, hacemos un rato mas de duneo, pero se nos ha hecho muy tarde, estamos deslomados de trabajar en los rescates, de manera que buscamos un buen lugar y acampamos entre las dunas. Hoy no hay «chasca» pero nos hacemos unos garbanzos encebollados con bacón y unos huevos fritos con morcilla que matan todos los pesares de la jornada. Nos vamos a la cama muy, muy cansados.

Erg Chgaga – Mhamid

Desayunamos y al lio. Duneamos un buen rato, hoy parece que se nos está dando un poco mejor y disfrutamos un rato de la arena. Nos cruzamos con el Raid de Las Gacelas que están pateando el erg en busca de puntos, pero Luis sigue sin estar cómodo con tanta arena, de modo que poco a poco vamos saliendo del erg para tomar el rio de arena y la pista que nos llevara al oasis sagrado, que por cierto esta en un estado lamentable, algunas palmeras caídas, el pozo de agua con basura a montones, ni siquiera el albergue está abierto. Continuamos a Mhamid. Nos hospedaremos en el Kasbah Azalay, tenemos la intención de comer a la sombra en sus instalaciones y luego disfrutar de su magnífica piscina cubierta, y así lo hacemos.

Están haciendo un nuevo puente el viejo está roto, este año la crecida del Draa a punto estuvo de meterse en el mismo hotel (por un palmo no llegó a sus instalaciones), ya estábamos viendo a lo largo del viaje que los ríos venían con bastante agua.

Comemos sí, pero lo de bañarse en piscina es otro cantar, el agua no es que este fría es que esta helada, (14 grados según nos dice el propietario) algunos lo prueban y salen rápidamente pero los niños pasan del agua como de la peste, ellos que se las prometían tan felices. En mi caso aprovecho para regalarme una siesta de las que diría Cela: ¡De Pijama y Orinal!, que me deja nuevo.

Cenamos una especie de empanada (pastela se llama) rellena de pollo y otras verduras y especias pero mezclando el salado con el dulce, lo que al menos para mí es una pena, pues odio esta combinación, una pequeña porción de esta pástela te deja lleno, como si te hubieses comido un rinoceronte entero.

Como de costumbre un poco de charla, con los críos alborotando alrededor nuestro y a la cama.

Mhamid – Erg Chebbi

Salimos por carretera para repostar en Tagounite y rápidamente encaramos la pista. No hemos avanzado por campo más de 15 kilómetros y ya tenemos un control militar. Por esta pista no se pasa por el articulo 33 nos dice el militar, de manera que hay que dar un buen rodeo por el norte para retomar nuestra pista más adelante. La pista no está excesivamente mal y enlaza con la deberíamos llevar unos kilómetros más adelante pero más separada de la frontera argelina, al final hacemos un buen puñado de kilómetros de mas «gratis».

Retomamos la pista que tiene de todo, algún vadeo, zonas rápidas, zonas arenosas algo de tolee ondule, incluso algún cordón de dunas. A pesar de estar navegando un track nuestro (de años anteriores) somos incapaces de seguir una trazada medio digna, por lo que improvisamos un «cascaporro». Damos más de una vuelta pues el terreno es complicado, con grandes zanjas o depresiones que impiden el paso bruscamente y que luego dan paso a cordones de pequeñas dunas que atravesamos hasta que la baca de Luis dice basta. Debajo de un mísero arbolillo (ni siquiera es una acacia) Santiago y Luis proceden a su reparación.

Aunque es difícil de creer Santiago lleva una pletina del tamaño exacto y además los agujeros para atornillarla a la baca coinciden, si esto no es «POTRA» que venga Dios y lo vea. La operación de cualquier modo es laboriosa y se nos va un tiempo del que no disponemos. Cuando nos ponemos en marcha ya tenemos claro que la nocturna está asegurada y que el último tramo será por carretera.

Esta atardeciendo y nos metemos en un río que vadeamos. A la salida nos esperan unas rodadas de medio metro de un fes fes como antes no había visto. Santi no tarda en ser engullido por esta harina grisácea , voy detrás y puedo hacerme a un lado no sin dificultad para intentar su rescate. Tenemos que quitar arena en cantidad para acceder a las válvulas y poder bajar presiones, cada vez que pisas te hundes hasta la espinilla en el polvo de arena, luego montamos el winche con la polea reductora y a la primera conseguimos sacarlo, todo esto siempre acompañados por unos cuantos lugareños para los que seguro somos un rato de entretenimiento.

Reemprendemos la marcha pero ya es de noche y desde luego este sitio no es el más adecuado para una nocturna, el polvo es insufrible, pues se queda en suspensión tan espeso que a un palmo no se ve nada de nada. Circulo el último y tengo que dejar correr los minutos para poder atisbar por donde van las roderas que me preceden pero es imposible, en un momento me encuentro más perdido que el barco del arroz. Voy tan despacio y con tanta precaución que detecto (mas que veo) un escalón de un par de metros que me hubiese llevado directo al lecho del Draa. Por la emisora llamo a mis compis y localizan mis luces un poco a su izquierda, por lo que maniobrando con precaución logro encontrar las roderas, ayudado por sus luces y la ausencia de polvo en suspensión. El resto de camino hasta la carretera es un pesadilla de polvo brutal.

Por carretera llegamos al albergue Kasbah Erg Chebbi. Lo llamo albergue cuando en realidad debería llamarlo pocilga. He estado en sitios malos en Marruecos pero este se lleva la palma de lejos. Las puertas y ventanas medio rotas, algunas se cierran con un candado, las habitaciones llenas de arena y de basura, bichos de todas las especies nos dan la bienvenida y el olor es nauseabundo. Todos coincidimos en que las personas que atienden el lugar son unos vacilones y tienen la indolencia y el pasotismo típico del que esta fumado.

Lo normal sería marcharse de allí de inmediato, pero sabemos que en Chebby no hay sitio y nos aguantamos. La otra opción seria acampar pero venimos de polvo del fes fes que da pena mirarnos y necesitamos ducharnos como sea. La cena hace honor al resto del lugar, poca y mala. Si por casualidad alguien lee estas líneas que bajo ningún concepto se acerque ni de lejos a esta basura de lugar.

Ha sido un día duro y agotador y encima no hemos podido ni asearnos ni dormir en buenas condiciones.

Erg Chebbi

Un poco de pan, un huevo frito y un café, ese es el formidable desayuno que nos ofrecen.

Posiblemente uno de estos huevos este en malas condiciones , pues a partir de ese momento Luis no acaba de encontrarse bien al 100% y eso que este tío tiene el estomago de hierro fundido.

Nos largamos a las dunas. La laguna de Merzouga está de agua hasta los bordes.

El día está un poco nublado y la arena está en su punto. Comienza abriendo Santi y poco a poco nos vamos metiendo al interior. Tenemos un par de quedadas de Santi, una de ellas con un poco de inclinación lateral, nada serio y otra de Luis que se soluciona rápidamente.

Hoy si que estamos disfrutando de la arena, hasta Bea me comenta que esto es lo que más le está gustando, sobre todo en las dunas medias-altas donde el coche parece flotar en un sube y baja permanente. Proseguimos y ahora, me toca abrir a mí y la verdad me encuentro cómodo aunque siempre algo tenso. Llegamos al oasis de Oubira, aquello parece el rastro en domingo, nos hacemos unas fotos y ya empezamos a salir del erg pues queremos primero comer y luego llevar a conocer la cárcel portuguesa a nuestros amigos que no la conocen.

Voy abriendo, camino de las antenas cuando nos pasa un FJ cruiser como alma que lleva el diablo, todos me piden que no le siga, la petición es atendida, aunque desde luego no era mi intención ir por esas dunas a toda pastilla, bastante respeto las tengo yendo tranquilo.

Hemos encontrado una magnifica sombra y comemos con la satisfacción de haber tenido una mañana de dunas muy entretenida.

Nos vamos primero por carretera a ver la cárcel Portuguesa, por los pelos llegamos antes que un «escuadrón» de T/T la invada lo menos quince coches. Unas fotos a la curiosa formación y de nuevo bajamos la trialera, los que no la conocían reconocen que merecía la pena venir hasta aquí.

Tomamos pista para hacer un bucle que de nuevo nos llevará a las inmediaciones de Chebbi. La pista está en muy buen estado y Bea se anima a conducir el Toy y la verdad lo hace con mucha soltura. Dejamos a nuestra derecha las carpas que dan alojamiento a los participantes de la Maratón de las Arenas, 250 kilómetros a pie por el desierto marroquí, están dotados hasta con un par de helicópteros. Hay que tener redaños para afrontar esta prueba, mis respetos para esta gente.

En un pequeño poblado una señora nos sale al paso, le damos una crema para la cara y Santi también le da algo de ropa y todo su afán es invitarnos a su casa a tomar un té, lástima que vamos muy tarde y debemos rechazar su ofrecimiento.

Hemos cerrado el bucle y ya de noche llegamos a nuestro albergue El Riad Moha.

Todo lo contrario que el del día anterior, este albergue está limpio como una patena y decorado con muy buen gusto, las habitaciones son una pasada, incluida la ducha con hidromasaje. Alucinamos cuando nos ofrece gratis una botella de vino como bienvenida.

La mesa esta puesta con vasos y platos de diseño y nos dan una cena abundante, de primera calidad y muy sabrosa, atendidos por su dueño que se desvive por atendernos.

Baste con decir que hasta la copa para la cerveza esta helada. Un diez sin reservas para este local y para su dueño, seguro que volveremos.

Erg Chebbi – Ifrane

Naturalmente hemos dormido y lo que es mejor hemos descansado en una buena cama con sabanas limpias. El desayuno igual que la cena muy abundante, empezando por el zumo de naranja natural, bollos, tortas, huevos duros, queso, fruta, etc, etc y todo de calidad.

Hemos madrugado pues la etapa de hoy también es larga. Nos vamos en busca de lo que nosotros llamamos «el túnel del legionario» en el Tizi Tagounst. Nuestro buen amigo Paco (Escipion) nos lo recomendó como uno de los lugares más hermosos que conoce en Marruecos y tiene toda la razón, lo es.

Tomamos carretera y a la salida de Erfouz podemos contemplar los típicos conos de derrubios que producen las fogaras. La fogaras son sistemas de captación de agua que se canaliza para llevar el agua y regar lugares distantes. Estos conos sirven para la respiración del canal de agua así como de evacuación de escombros, pues estos canales necesitan de un mantenimiento constante. Han de ser subterráneos por que el caudal es muy débil y las altas temperaturas caso de ir por la superficie lo secarían.

Continuamos dejando la ciudad de Orión y la escalera de Dios a nuestra derecha. Después de casi 200 kilómetros entramos en la pista. El lugar es increíble nada que envidiar a las gargantas del Draa o del Dades, vadeamos el rio varias veces que lleva un caudal y sobre todo una corriente respetable, poco a poco vamos subiendo. La baca de Luis vuelve a dar problemas y de nuevo «Santi Mac-giver» la repara. De vez en cuando nos llueve, por fin coronamos a los 2.190 metros de altitud. Ahí esta nuestro túnel con unas vistas a un valle de unas proporciones gigantescas, todo un regalo para los sentidos. A la izquierda se puede distinguir el jbel Ayachi con sus 3.747 metros de altura con nieve en abundancia en la cima.

El túnel en cuestión es el único túnel helicoidal del norte de África, esta excavado en medio de la roca por la legión extranjera francesa y por fusileros argelinos y marroquís en 1932. Fotos y mas fotos pues el lugar merece la pena. Una roca de grandes proporciones producto de algún derrumbe invade la pista de bajada, pero tenemos suerte y la pasamos. La bajada es súper rápida en unos cuantas «zetas «bajamos hasta el valle . Lo cruzamos y llegamos a la carretera.

Ya estamos en Ifrane. El hotel bien, la gente un poco antipática como siempre en este pueblo. La cena no está nada mal y eso que se va la luz y debemos terminar de cenar en plan «romántico» a la luz de las velas.

Ifrane – Ceuta – Algeciras

Hoy tenemos 402 kilómetros hasta Ceuta por carreteras marroquís de todo tipo, queremos visitar Fez y allí nos dirigimos en primera instancia.

La mañana ha despertado con una niebla que no deja ver a más de diez metros, cosa que desde luego no ayuda a nuestros planes. Son ya muchos años circulando por estas carreteras pero aun me sorprende que con estas condiciones de visibilidad nula algunos coches circulen sin ninguna luz, de hecho se produce un accidente, un coche choca contra otro frontalmente y una mujer está en el suelo al parecer malherida. Por fin la niebla levanta y podemos agilizar la marcha. Ya en Fez callejeamos un poco con los coches hasta la misma medina donde unos «guardián» nos dicen donde aparcar. Un chaval que habla bastante bien español se ofrece a guiarnos por la medina por unos pocos dírham y aceptamos, pues en esta medina perderse es lo mas fácil del mundo.

Disponemos de una hora y media y la aprovechamos circulando por sus estrechas callejas con sus miles de tiendecitas en las que se vende todo lo que uno sea capaz de comprar. Recorremos el barrio bereber, el andaluz, una pequeña visita a la medersa y por último el interesante Barrio de los curtidores. Los que no lo conocen están satisfechos con la visita relámpago. El chaval se curra sus dírham y cumple, una hora y tres cuartos, después estamos de nuevo en los coches le damos una propinilla además de lo que nos había pedido y se queda tan feliz. A los «guardián» tenemos que quitárnoslos de encima pues son varios y todos quieren cobrar por el mismo servicio.

Solo una parada para tomar una kefta a la parrilla con su cebollita sus papas fritas y sus aceitunas, reponer gasoil y estirar las piernas.

En la frontera sencillamente no se cabe, hay cientos y cientos de coches, tardamos dos horitas en pasar. Una última llenada de depósitos de gasoil en Ceuta y al ferri, tomaremos el último, el de las 11 de la noche la única pena es que nos perdemos el buffet libre del Reina Cristina donde nos hospedaremos y que suele ser excelente.

Los mas jóvenes se vuelven locos por una hamburguesa del Mc Donals y Santi se encarga de ir a comprarlas. Yo abro mi mesa del portón trasero, que por cierto me ha quedado muy chula y sobre todo muy practica y como de lo mío, un chorizo pata negra que esta de muerte con un riberita bien fresquito de la nevera, no saben lo que se pierden estos muchachos.

El ferri sale a su hora, va medio vacío y cruza el charco rápidamente. El reina Cristina esta hasta arriba y nos dan habitaciones de ejecutivo que son para volverse loco después de dónde venimos, un lujo total.

Algeciras – Madrid

No tenemos prisa de modo que desayunamos como buitres en el buffet siempre excelente del hotel y salimos para Madrid. Encontramos algunos puntos con algo de atasco pero nada serio, una parada a la sombra para tomar algo de lo nuestro, otra para repostar y a las 7,30 pm estamos en casa.

Para mí este ha sido un viaje muy especial pues llevaba tiempo intentando convencer a Bea de que al menos una vez debía acompañarme a Marruecos, para conocer de primera mano y no por mis relatos este bello país y por fin lo he conseguido. Yo lo he pasado en grande intentándole trasmitir todas las experiencias vividas en estos años y creo que ella también lo ha disfrutado intensamente.

Un viaje muy bueno como de costumbre por los amigos con los que lo hemos compartido y un recuerdo para las niñas que no sé cómo han podido aguantarnos todos estos días sin rebelarse, se han portado como lo que son, unas excelentes mini-exploradoras. Ya tengo ganas de volver pronto. Inshala.

Gregorio (escuderos4x4.com)

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