Expedición Mauritania 2014

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OBJETIVO PELICAN

logo-Mauritania2014Tras varios meses de preparativos, inevitables, para un viaje de esta envergadura partimos para Mauritania. Tenemos nuestros visados a punto (93 eurazos nos cobran en la embajada mauritana en Madrid por entrar en el país). En los coches no cabe un alfiler. Comida y bebida para 18 días ya que debemos más que nunca ser autónomos. Los lugares por los que discurrirá el viaje serán sumamente salvajes e inhóspitos y en muchos casos muy apartados de la civilización.

Madrid – Tan Tan playa

Diluvia al salir de Madrid. En la gasolinera del toro nos encontramos cuatro de los cinco coches que participamos en esta aventura. Santiago no puede salir a primera hora de la mañana y lo hará sobre las 2 de la tarde por lo que llegara de madrugada al hotel donde nos hospedaremos en Marruecos.

Nosotros llegamos a Algeciras con tiempo para tomar unos «pescaitos fritos» y a la cola del ferri. El mar esta como un plato. Pasamos la frontera en veinte minutos y nos largamos camino de Moulay Bousselham. El hotel «con encanto» está bien, solo bien, cenamos un surtido de pescados variados, ya llevamos dos de «pescaitos fritos» en el día de hoy.

El desayuno deja mucho que desear, un poco de pan duro de la noche anterior, un poco de mantequilla, un café y a correr. Se ve que el orujo de hierbas que se tomó el propietario del hotel en nuestra compañía ayer noche en la sobremesa (que no fue poco) no le ha permitido cumplir con sus obligaciones de «hostelero».

De madrugada ha llegado Santiago y ya todos juntos salimos camino de El Outia. Tenemos 1.000 kilómetros por delante. En una gasolinera con área de servicio nos apretamos la ensaladilla, la empanada y los boquerones en vinagre que habíamos preparado regado con un jumilla «fresquico», un poco de chorizo picante de Emilio y una tira de tocino tres vetas de Paco rematan la faena.

Atravesamos Bouizacarne, Guelmin y llegamos al Outia. Curiosamente el hotel no tiene ni un sitio donde tomar un café o un te, barato es, pero cutre también.

Buscamos un sitio donde cenar, pero no hay forma de encontrar algo digno, por lo que optamos por lo indigno. La cena peor que mala, mira que es difícil hacer una brocheta de pollo asquerosa, pues esta lo estaba, ni siquiera la triste tortilla francesa que tomamos estaba buena, nos cobran 9 euros por persona (la bebida la ponemos nosotros) y se quedan tan a gusto. Me siento como un autentico guiri.

Tan Tan Playa – Cabo Barbas

Estamos saliendo todos los días al amanecer, hoy no es una excepción. Ya estamos en marcha. Como el hotel no tiene cafetería desayunamos en una especie de bareto de carretera unas madalenas rellenas con algo parecido al chocolate y un café que nos pone «en hora». Paramos unos minutos para ver una guelta, muy cerca del Atlántico y al salir casi me como un pedrusco, afortunadamente no hay que lamentar ningún daño, solo el amor propio herido por el despiste.

Luego visitamos el monumento a Saint Exupery novelista (autor del principito) y aviador.

Le recuerda un biplano de metal completamente oxidado por falta, como casi todo en Marruecos de mantenimiento. Al fondo se ve aun medio cubierto por el mar, el fuerte ingles del siglo XIX totalmente en ruinas.

Más tarde nos acercamos al famoso barco Assalama (antiguo Volcán de Tenagua) de la compañía Armas, que debido tal vez al fuerte viento reinante o quizás a algún error de su capitán encalló en el 2008 al salir rumbo a Canarias, a raíz de este suceso la compañía no volvió a efectuar ningún viaje más.

Los pasajeros fueron rescatados por los pescadores de la zona pero perdieron todas sus pertenencias. A pesar de las numerosas reclamaciones por parte de Marruecos para que la compañía Armas retire el barco del agua hasta el momento esta ha desatendido sus peticiones.

Buscamos un sitio para comer pero la verdad es que se nos resiste, damos muchas vueltas para al final comer de lo nuestro.

Pasamos el trópico de Cáncer y nos hacemos una foto en una estaca que han plantado en el 2013 señalando su ubicación, pero según nuestro GPS la línea del trópico está un poco más atrás, donde se acumulan una serie de piedras en el arcén de la carretera, creemos que señalando su ubicación real.

El día se está haciendo largo de verdad y por fin agotados y circulando por una carretera medio cubierta por la arena llegamos a cabo Barbas.

Una buena ducha un poco de pescado (sargo en concreto) a muy buen precio, que no está nada mal y a la cama.

Mañana esperamos un día fuerte con el paso de las aduanas…no sabemos aun como cuánto de fuerte… ya nos enteraremos de lo que vale un peine.

Cabo Barbas – Ben Amira

Tras un breve desayuno salimos a la primera prueba de paciencia del día.

En la frontera marroquí hay muchos camiones esperando para pasar y la proverbial lentitud de los aduaneros hacen el resto. Dos horas para pasar la frontera. Ya sé que están haciendo su trabajo, pero un trabajo absolutamente desorganizado, además nuestro tiempo les importa un carajo.

Por fin tras presentar los papeles en todas las ventanillas habidas y por haber, dispersas sin orden y sin concierto por la frontera y además sin ninguna indicación que ayude al viajero, pasamos.

Atravesamos la tierra de nadie, supuestamente minada, que está entre las dos fronteras y empieza el calvario. Allí nos espera Arturo antiguo socio de J, que supuestamente nos ayudara a pasar la frontera mauritana y nos cambiara moneda.¡¡¡ SUPUESTAMENTE!!!!

Según nos dice el «amigo Arturo» podemos pasar un par de botellas de alcohol por coche, pero no es así. Las declaramos y nos las requisan, sin más, esta noche algún militar de la frontera se beberá mis botellas de jumilla, ojala le den diarrea.

Pagamos las tasas y seguro del vehículo ya que la carta verde en Mauritania no es válida. Por esto y por su gestión (nula) Arturo nos cobra 65 euros por coche y además su cambio a ouguillas (moneda mauritana) es peor que el de unos chavales que al otro lado de la frontera nos ofrecen sus servicios, por lo que pasamos de este buscavidas que encima se mosquea.

«Solo» hemos tardado dos horas y media en pasar esta aduana que sumadas a las dos horas de la de Marruecos hacen cuatro horas y media perdidas en un día de viaje, todo esto a pleno sol y con temperaturas que ya nos dan el primer aviso de lo que nos espera, los termómetros no bajan de 37- 38 grados.

Pasamos como cinco o seis controles de policía, gendarmería y militares, separados unos de otros por no más de un kilómetro cada uno, a los que tenemos que entregar la ficha correspondiente y un poco de palique que nos hacen perder otra media hora.

Por fin pisamos arena, bajamos presiones y a disfrutar corriendo paralelos a la vía del ferrocarril más largo del mundo, con sus casi tres kilómetros de largo. La temperatura ya es de 39º.

Arena y tramos de tole ondule se suceden, solo hay que tener precaución por las numerosas vías, traviesas y tornillería variada abandonadas por los alrededores de la vía, arrojadas a la arena de cualquier modo y que pueden reventar un neumático. Al atardecer buscamos el refugio de una pequeña elevación, montamos las tiendas y preparamos nuestras famosas papas con bacalao. De la perola no quedan ni las zurraspas, estaban buenísimas.

El viento como siempre en estas latitudes no para de soplar y zarandea las tiendas de mala manera, aun así dormimos como lirones.

Ben Amira – Zouerat

Amanece en Mauritania, impresionante en mitad de la nada. Recogemos los bártulos y hacia el monolito de Ben Amira. Arena y mas arena hasta la saciedad y algunos tramos con piedras negras y quemadas por el terrible sol que cae de plano nos hacen disfrutar de la vida.

Trasvasamos gasoil del depósito auxiliar al principal. Llevamos un retraso importante con tanta aduana y tanto control policial pero esperamos poco a poco ir recuperando tiempo, aunque los controles nos lo están poniendo muy difícil.

Pisteamos hasta el gran monolito de Ben Amira rodeado por otros monolitos menos grandes pero igual de impactantes. Otro control militar, nos dicen por donde atravesar las vías del tren cómodamente y donde están las rocas gravadas, nos metemos en una zona de dunas pero no encontramos las «gravures» por más que nos esmeramos pero disfrutamos de lo lindo circulando por las dunas.

Continuamos hasta Choum donde algunos miembros de la expedición tienen que poner gasoil de garrafa. Mas y mas controles y la temperatura que no baja de los 39º. Para comer hay que poner el toldo pues no hay ni una mísera sombra en la que refugiarse.

Están haciendo una pista que nos vendría muy bien tomar para recuperar algo de tiempo, pero en muchos tramos está cortada y hay que salirse a las cunetas que son un autentico patatar con arena y piedras.

Esta atardeciendo, no llegamos a nuestro objetivo el Pelican ni de broma, pero podemos llegar a la tumba pre islámica con forma de boomerang, pero de nuevo los controles nos amargan el viaje y llegamos de noche. El boomerang tiene la parte central destrozada y parte de las antenas también están dañadas, unas fotos y nos vamos a Zouerat.

La entrada es triunfal, otra hora y media parados en dos controles en el que además de la ficha y de los visados nos preguntan hasta «si vamos con regularidad al baño», o si «el color de nuestro pelo es natural o teñido», es tremendo.

Por fin llegamos al hotelucho donde nos hospedaremos pero es que no hay nada mejor, dentro de la habitación hace un calor brutal, ponemos el aire acondicionado que debió hacer la mili con las legiones romanas y es peor el ruido que hace que el tenue hilillo de aire fresco que sale de su pequeña y negra rejilla. Abrir la ventana significa una invasión de insectos de todo tipo y tamaño aparentemente ansiosos por degustar nuestra sangre, esta noche pasaremos calor si o…si.

Cenamos de lo nuestro en un patio que nos deja el dueño del hotel en el que por lo menos se respira un poco de aire tibio.


Zouerat – Pelican – Desierto

Desayunamos y ponemos gasoil, en nuestro caso 160 litros y partimos hacia el Pelican. Recorremos una hammada inmensa salpicada de algunos barcanes con sus perfectas formas y alguna que otra roca tan ennegrecida por el sol que parece bruñida a base de frotarla con betún por alguien que no tenía nada mejor que hacer.

Ya tenemos muestro avión delante, pero a su lado hay una pick up que monta un cañón de tiro rápido o ametralladora gorda, manejada por el ejercito saharaui. Nos acercamos a los militares y preguntamos si podemos hacer algunas fotos y nos dicen que sí. Al parecer nos hemos pasado unos pocos kilómetros la frontera mauritana, pero en principio parece que no habrá problema.

El Pelican es tal y como lo imaginábamos espectacular reposando su panza encima de la arena, con sus hélices dobladas o partidas, algún motor fuera de su soporte, pero casi entero, aunque algunas piezas como los depósitos auxiliares que iban en las puntas de las alas, los alerones o los timones de dirección y profundidad han desaparecido, producto del expolio.

Hacemos fotos y mas fotos y en eso que llega un camión cisterna, no le damos más importancia, pero cuando nos marchamos, el de la pick up con el cañón dice que el de la cisterna nos ha denunciado por radio y tenemos que acompañarle a la base, que está a 40 kilómetros en sentido opuesto al que debemos llevar para continuar nuestro viaje, dice que es un puro trámite pero tenemos que ir con el. Nos suena a excusa y que tenía claro desde el primer momento que le íbamos a acompañar, la visita de la cisterna le ha venido al pelo. Con ese pedazo de cañón o ametralladora encima de la pick up cualquiera le pone pegas.

Siguiendo a la pick up corremos paralelos a la frontera los cuarenta kilómetros que nos llevan a la base compuesta por cuatro casetas y un vetusto parque móvil. Nos piden la documentación y a esperar que venga el comandante. Por fin aparece. Muy educado y hablando un casi perfecto español, según nos cuenta hizo dos años de derecho en Canarias y nos dice que teníamos que haber sacado un permiso en Fderik, para pasar la frontera (cosa que ignorábamos) pero que en principio no habrá problema. Si es así como cree, ellos nos darían escolta hasta la frontera, pero debe consultar con sus superiores. Tras una hora y media a pie firme soportando el calor de medio día aparece de nuevo el comandante y tal como dijo nos dan escolta amablemente hasta la frontera.

Volvemos a Zouerat y volvemos a pasar todos los controles habidos y por haber, debemos reponer el gasoil gastado (entre ir y volver a la base 80 kilómetros) pues tenemos dos jornadas por delante maratonianas y necesitamos hasta la última gota de combustible que podamos cargar. Vemos la gran mina a cielo abierto de dónde sacan el mineral que luego transportara el tren más largo del mundo con sus varias locomotoras.

Cuando estamos llenando los depósitos un militar en una pick up particular nos pregunta dónde vamos con muy malos modos y cuando le decimos que vamos al Richat nos dice de forma exaltada que de ninguna manera, empieza a hacer llamadas como un poseso y de nuevo tenemos que acompañarle a los controles que ya hemos pasado esto ya es para volverse loco. Mientras unos esperamos en el puesto de los militares otros van a gestionar el asunto, al cabo de dos horas vuelven y podemos continuar. Este estúpido con galones nos ha reventado sin ton ni son un día que ya teníamos muy complicado. Este país consigue destemplar los nervios mejor templados.

Por fin abandonamos la ciudad maldita para tomar una extensión de arena de una belleza brutal, que parece no tener límites ni fin, sencillamente una barbaridad de paisaje desolador. Es sobrecogedor, es el desierto.

Estamos saliendo del inmenso arenero y Santiago se queda, le damos un tirón y sale pero al querer salir nosotros nos quedamos y nos tienen que devolver el favor. Buscamos un sitio para dormir entre los barcanes de formas perfectas y una vez montado el campamento Paco nos prepara una barbacoa de entraña memorable que devoramos pues hoy con tanto problema no hemos comido, a lo sumo un puñado de frutos secos y una coca cola. Un poco de charla y a dormir. Evidentemente no hemos podido terminar el plan de ruta, nos quedan como unos 60 kilómetros que haremos mañana.

Desierto – Erg Maqteir

A las 6,30 am ya estamos en marcha dejamos los barcanes detrás y circulamos por un pedregal inhumano que nos pasa factura en forma de una cubierta rajada por el flanco que cambiamos no sin dificultad, pues el air jack no funciona, no sabemos bien porque. Unos pocos kilómetros y otra cubierta rajada por el mismo sitio que la anterior, estas Maxxis ha salido malas de solemnidad, cambiamos de rueda, el terreno es complicado y nos cuesta más de la cuenta. Bueno la cosa tiene narices en una hora nos hemos quedado sin ruedas de repuesto, siempre nos queda Emilio que lleva sus dos ruedas de repuesto intactas y son de la misma medida que las nuestras.

Entramos de nuevo en una zona de arena como una gigantesca duna plana en su parte superior, con decenas de kilómetros por delante. El paisaje es demoledor esto es el desierto en estado puro y duro, sobrecoge tanta soledad e inmensidad. Atravesamos los cordones de dunas de Meddahiya, son dunas suaves y redondeadas que se gestionan bien, tenemos alguna quedada sin importancia y entramos en el erg Maqteir, este sí que tiene tela que cortar, cuando solo faltan un par de dunas para salir del cordón sucede lo imprevisto. El coche no va bien, algo le pasa. Salimos de la arena como podemos y acampamos. El coche esta herido y parece serio mañana veremos qué pasa.

Cenamos y a dormir, aunque la verdad nos cuesta conciliar el sueño pensando en el problema que tenemos.

Erg Maqteir – Ouadane

Para llegar a una carretera hay que seguir con el plan de viaje, tenemos que hacer campo con el coche herido de gravedad, nos guste o no la idea. Estamos a unos 130 kilómetros de Ouadane y luego a otros 120 de Chinguetti, todo pista, para luego tambien por pista a Attar, Akjout, y luego carretera a Nouakchot y Noadibou es decir unos 700 kilómetros lo que hace casi un total de casi mil kilómetros que deberemos conducir hasta al menos salir de Mauritania y luego otros 2.500 para atravesar Marruecos si aguanta. Esperemos que aguante, pero pinta mal.

Santiago generosamente se ofrece a acompañarnos hasta España y aceptamos, pues el reto que tenemos por delante tiene su miga. El resto de compañeros nos acompañaran hasta Chinguetti y nos dejaran en una pista medio decente y medio civilizada y allí retomaran el viaje.

Hemos desayunado y ya estamos en marcha, hay que hacer de tripas corazón, pero esto es un viaje de aventura y la tenemos.

Los tramos de pista de arena se alternan con los de de piedra, lo que nos obliga a modificar las presiones con frecuencia, sobre todo a nosotros que no llevamos rueda de repuesto, ya que aun no hemos tocado un lugar mínimamente civilizado donde reparar nuestras cubiertas.

Vemos el pozo del Ghallaouiya, hasta arriba de agua en aquel inmenso desierto, charlamos un rato con los pastores. También vemos el fuerte francés y continuamos camino hacia el ojo de África.

Una corta parada en el pozo del Beyed, charla incluida con una especie de alcalde de la zona, que nos sale al paso y que nos invita a ver un museo. Tiempo no nos sobra por lo que declinamos tanta amable hospitalidad .

La trialera para subir el Richat es de armas tomar, con unos escalones brutales, que impresionan, aun mas con el coche mal y sin rueda de repuesto pero lo logramos. Arriba una meseta hasta llegar al borde que configura el cráter, la sensación es la de estar rodeados por pequeñas montañas por todas partes y en el centro del crater una llanura. Iniciamos el descenso, hacemos algunas fotos del intento de construir un albergue en el centro de esa hoya a presión, la temperatura en ese momento es de 42 grados.

Abandonamos el pedregal para adentrarnos en una llanura de fes-fes que amenaza constantemente con engullir a los coches en ese fino polvo de arena, en ocasiones debemos meter segunda reductora con el motor a tope de vueltas, solo la velocidad nos mantiene en marcha y aun así al coche le cuesta.

En Ouadane encontramos un albergue. «La morena» que lo lleva tiene un Patrol que debió estar en su día súper preparado, es del año de la tos y no le entra la marcha atrás y ella coloca el coche siempre en una cuesta para que la gravedad haga lo que no puede hacer la caja de cambios del coche, ingeniosa sí que es la mujer.

Las habitaciones son literalmente una sauna, mientras los compañeros se duchan nosotros vamos a buscar un sitio donde reparar, al menos una de las ruedas.

Como es habitual por estos lares pegan unos parches por el interior y luego ponen la cámara. Como era de esperar en este viaje lleno de incidencias para nosotros la válvula de la cámara que llevamos no vale. Los del taller tienen otra cámara, otra vez desmontan la rueda y ponen la cámara y vuelven a montar la cubierta, cuando esta hinchada descubrimos que pierde aire, vuelta a desmontar todo y a poner una tercera cámara, cuando la rueda talona revienta la cámara,. Cuarta cámara, por fin parió la burra, como siempre por estas latitudes hay uno trabajando, con una parsimonia que aburre y veinte mirando y dando palique u opinando, incluso el tonto del pueblo nos da la brasa a base de bien, no hay forma de despegarse de el ni con agua caliente, tenemos los nervios a flor de piel.

Tras más de dos horas y media para arreglar un miserable pinchazo, quieren darnos un sablazo pero no tenemos el horno para bollos y les damos la mitad de lo que piden y nos largamos física y psíquicamente derrotados.

Nuestros compañeros nos han esperado para cenar de modo que tomamos algo y a la cama, que tantas dificultades minan a cualquiera, las habitaciones son un horno que no ayuda a conciliar el sueño pero al final el cansancio hace que durmamos aunque nos despertemos a media noche con la cama empapada de sudor.

Ouadane – Akjout

Hoy no hemos madrugado todos necesitábamos descansar. Nos vamos directos a Chinguetti. De nuevo una meseta de arena y varios cordones de dunas tan espectaculares como los anteriores. Hoy toca aplicarse con la navegación, pues es fácil cometer errores al paso por los cordones de dunas.

Salvado el ultimo cordón de dunas y ya en Chinguetti nos despedimos de nuestros compañeros, pero al final en una decisión de última hora dicen que nos acompañarán.

Por nuestra parte no nos parece necesario ni justo que el resto del grupo se pierda los tres días de viaje que faltan, nosotros con la ayuda de Santiago nos valemos perfectamente, o al menos eso creemos, pero así lo han decidido y de nuevo nos ponemos en marcha juntos hacia Attar. Aquí la tolee ondulee rompe la antena de Santiago y el soporte del pre filtro de gasoil de Emilio es tremenda la vibración a que nos somete este piso de «uralita».

Llegamos a Attar donde repostamos y nos vamos a Akjout. Se nos hace de noche, aquí comprobamos que no hay forma de que nuestros faros iluminen a una distancia suficiente, parece que el mando eléctrico para subirlos y bajarlos está roto, solo nos iluminan un metro por delante, por lo que debemos ponernos detrás de uno de nuestros compañeros para poder ver algo en mitad de la noche.

Ya estamos en Akjout y buscamos donde dormir el primer albergue en que miramos es un lugar infecto. En un cartel se anuncia un hotel nos acercamos y tiene buena pinta pero desgraciadamente está lleno, de nuevo miramos en un segundo albergue, no se su nombre pero al dueño le sugeriría que le pusiese «El hogar de la cucaracha» las hay a cientos disfrutando del nauseabundo olor y del calor sofocante de las habitaciones, por lo que decidimos dormir en mitad de la nada. El lugar es llano pero tiene piedras para aburrir, cuando despliego el aislante descubro que esta pinchado, la lectura positiva es ya no me queda nada que se pueda estropear de modo que por ese lado estoy tranquilo. Preparamos una barbacoa y nos ponemos de panceta y morcilla bien puestos, al final sobran los chorizos a pesar de que hoy tampoco ha tocado comer, los ánimos no están para festines. El calor dentro de las tiendas tiene tela, (nunca mejor dicho) todo el día hemos estado sobre los 40 – 41 grados y por la noche estamos a 28º . La piedras del reg donde hemos acampado me dan un masaje corporal de primera especial.

Akjout – Cabo Barbas

Tenemos dos opciones bajar hasta a Nouakchot por carretera o hacer una pista que Paco conoce y al parecer está en buenas condiciones y que nos ahorraría unos cien kilómetros. Optamos por la pista. La pista por llamarla de alguna manera es un hammada de cien kilómetros para el lado que mires, solo ves una llanura desolada como una mesa de billar. Circulamos a un ritmo aceptable atravesando o sorteando según el caso algunos cordones de dunas que nos encontramos sobre todo hacia el final del recorrido, sin duda ha merecido la pena tomar este amino. A pesar de todos los problemas seguimos disfrutando del viaje y de unos paisajes muy salvajes.

Salimos a carretera y tras la monotonía típica de esta recta tira de asfalto sin fin llegamos a la frontera, primero la mauritana. Allí está el amigo Arturo para «ayudarnos a pasarla» nos pide 10 euros para salir de Mauritania cuando le pregunto en concepto de que se hace el tonto, este tío es un jeta. Certifico que los mauritanos no cobran nada por salir de su país. Después la frontera marroquí. La pasamos por los pelos, están a punto de cerrar. Más carretera hasta el cabo Barbas, un buen Tajin una ducha y a la cama. Conducir un coche que no está bien nos tiene molidos por lo menos psíquicamente.

Cabo Barbas – Dakhla

El coche cada vez va un poco peor, por momentos no es conducible, seguro que no llegamos a España. Salimos de Barbas dirección Dakhla donde gestionaremos la repatriación del coche, de nuevo los controles nos machacan una y otra vez. El grupo lleva repartidas más de sesenta hojas a los controles que se dice pronto.

Ha amanecido un día con niebla y una leve llovizna hace que prácticamente no se vea nada , estamos teniendo de todo.

Por fin llegamos a Dahla sobre la 1 pm. Otros cuantos controles para desembocar en el hotel Sahara Regenci, en su parquin se hacen las llamadas oportunas para que la grúa retire el coche. Teóricamente en una hora debería estar todo resuelto, sin duda eso sería en otro país no en Marruecos. Nos da tiempo a ir a comer y hacemos un poco de turismo por Dahla y a eso de las 4,30 aparece la grúa.

Santiago nos ha hecho un hueco en el coche para volver juntos a España. Cenamos un tajin de corvina muy bueno al borde del mar. La grúa saldrá mañana y nos encontraremos en Tánger Med para embarcar el coche.

Dakhla – Guelmin

Nuestro objetivo de hoy es llegar a Guelmin a unos mil kilómetros. En el coche vamos apretaditos, pero no paramos de charlar, sobre los lugares increíbles por los que hemos pasado, por lo menos vamos entretenidos.

Pasamos más controles. En uno de ellos notamos que los gendarmes se ponen un poco nerviosos y es que por la carretera perpendicular a la que llevamos aparece un coche del que se baja un coronel marroquí y ¡Oh Sorpresa! un par de guardias civiles, no damos crédito a nuestros ojos. Nos explican que están en misión de cooperación por el tema de las pateras y el brigada de la guardia civil un salmantino de pro se alegra tanto de ver a unos compatriotas que quiere hacerse una foto con nosotros, el coronel marroquí se muestra un poco reticente pero al final amablemente accede.

Llevamos un viaje tan «especial» que hasta la guardia civil nos para en Marruecos ¿alguien da más? …

Tras once horas de viaje llegamos a Guelmin y encontramos un hotel que no está nada mal, el Adil Moussafir, nos aseamos y buscamos un bareto donde comer algo. Una «salad marroquín» y un tajin de kefta con su verdurita bien pochada que está muy bueno, eso sí regado todo ello con agua mineral, lastima del jumilla que nos arrebataron en la frontera mauritana.

La grúa nos confirma telefónicamente que a estas alturas está en El Laayoune, lo que sin duda es una buena noticia.

Guelmin – Assilah

Hoy solo son 980 kilómetros los que tenemos por delante, hasta Asilah. Siempre son estos kilómetros tediosos, pero esta vez mas que nunca, la vuelta esta siendo agotadora.

Jornada sin historia, paradas puntuales para comer o poner gasoil y llegamos a las 8 de la noche.

En centro del pueblo nos encontramos con Paco y Emilio al final no han hecho nada de pista y se vuelven para casa. Nos dicen que están hospedados, en el hotel Zelis, y allí nos dirigimos tomamos las habitaciones que están bastante bien bien y nos vamos a cenar con ellos a base de pescado en Casa García. La cena es opípara, los precios para un Marruecos más bien carillos, pero todo muy bueno y de calidad , de vez en cuando un homenaje no hace daño a nadie.

Seguro que repetiremos en próximos viajes.

Un paseo por la playa, desierta a esas horas y a la cama a descansar, que estas jornadas están poniendo a prueba nuestros cuerpos y nuestras mentes.

Assilah – Algeciras

A la 8 de la mañana estamos en marcha un corto paseo por la medina y desde sus almenas vemos a los pescadores de pulpos haciendo su trabajo con la marea baja. A las 11am acudimos a la cita y allí está la grúa con el coche esperandonos.

Llegamos a las impresionantes instalaciones de Tánger Med ya montados en la grúa para pasar la frontera.

De diez cabinas para pasar la aduana funcionan dos y lo mejor es que a una de ellas se le estropea el ordenador pero claro no utilizan el de las otras cabinas ¡que se jodan los que esperan!. Es desesperante, hasta el conductor de la grúa, marroquí de pura cepa, se exalta y se rebela ante tanta desidia, tiene más trabajo que hacer y esta demora le perjudica. Somos no más de diez coches y tardamos una hora y media, en pasar naturalmente perdemos el ferri.

«Amigo no problema» nos dice un aborigen, en el puerto, en una hora otro barco, pero no es así, el barco tarda en llegar tres horas y media.

Nuestro ferri está llegando, un viejo cascaron que seguro participo en el desembarco de Normandía. Dos horas hasta que suben los traíllers y por fin zarpamos.

Estoy convencido de no lleva motor se mueve a impulso de unos remeros que no logramos ver pero seguro que estaban allí tal vez ocultos en la bodega ¡por Dios que lentitud! Llegamos a Algeciras a las 11 de la noche después de 15 horas de locura total.

En el muelle nos está esperando la grúa que llevara el coche a casa, firmamos los papeles y nos vamos a cenar algo, nos estamos acostando a la 1 de la madrugada.

Por primera vez en todos estos años de viajes africanos estoy deseando que esta aventura termine de una vez por todas.

A estas alturas de la película nuestros compañeros que nos han llamado para ver cómo vamos nos dicen que afortunadamente para ellos ya están en casa. Que envidia cochina nos dan.

Algeciras – Madrid

Nos hemos hospedado en el hotel reina Cristina que a la mañana siguiente nos ofrece un desayuno como siempre esplendido. Nos ponemos en marcha y telefónicamente solucionamos temas como a que taller hay que llevar el coche, etc., etc. A las 5,30 pm por fin en casa ¡que felicidad!.

Este ha sido un viaje en el que hemos visto cosas que sabemos que no todo el mundo puede ver, la dureza del viaje es incuestionable para los coches y para las personas, estábamos preparados para pagar el tributo de esta dureza, pero ha sido a todas luces excesivo.

Todo en este país es a lo grande, las distancias, los cordones de dunas, las hammadas de piedra, las de arena, los pedregales brutales es decir la misma esencia del desierto, la nada. Sinceramente creo que no se puede decir que se conoce el desierto sin pasar por estos parajes en los que reina la desolación más absoluta. Es un privilegio haber podido vivir estos días en medio de esa nada que tantas cosas nos trasmite a los amantes del desierto y haberlo hecho con todos nuestros compañeros.

En el lado negativo los cientos de controles mauritanos, ineficaces por su falta de rigor, que nos han hecho perder tanto y tanto tiempo para nada. Sumados los minutos perdidos en estos controles nos sale un día de viaje perdido, esto es inaceptable.

Al margen de nuestro problema con el coche, que asumo como una parte de lo que puede ocurrir en estos viajes de aventura debo decir que este es mi segundo viaje a Mauritania y puedo prometer y prometo que ha sido el ultimo. No por la dureza del viaje, si no por la cantidad de inconvenientes de todo tipo que nos hemos encontrado por parte de la gendarmería, la policía y los militares que amparados en «es por su seguridad» nos han machacado literalmente.

El accidente del avión Shackelton Pelican 16

Después de prestar sus servicios en el Reino Unido este aparato fue vendido a la fuerza aérea Sudafricana. Concretamente sirvió en el 35 escuadrón desde 1957 a 1984 . Este avión era el 1716 con código de radio Pelican 16. Una vez dado de baja para el servicio activo en Sudáfrica fue restaurado y en 1993 puesto en condiciones de vuelo.

En 1994 se le invito a participar en una exhibición aérea en el Reino Unido (salón aeronáutico de Farnborough), así pues el Pelican 16 con 19 personas a bordo despego de Cape Town rumbo a Inglaterra. La tripulación estaba compuesta por pilotos y navegantes en activo de la SAAF.

El Pelican 16 estaba sobrevolando el desierto del Sahara con temperaturas superiores a los 38 º, en la noche del 13 de julio, de repente su motor Nº 4 comenzó a recalentarse por una fuga de liquido refrigerante y tuvo que ser apagado y puesto en bandera. Diez minutos mas tarde un perno de conexión de las hélices del motor Nº 3 fallo dejando al avión sin ningún tipo de propulsión en el ala de estribor.

Solo les quedaba la alternativa de un aterrizaje forzoso, decidieron hacerlo con el tren arriba para deslizarse en la medida de lo posible por la arena, milagrosamente no resulto herida ninguna de las personas que viajaban a bordo, siendo rescatados posteriormente.

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